Transición, Karen S. Vicente Montoya
"Soy una joven más de las dé cientos de personas que perdieron a alguien por COVID-19 y me gustaría hablaros un poco de lo que ha sido todo esto y en los que nos ha convertido, aunque cueste creerlo, ya nada vuelve a ser como antes.
Este es mi testimonio.
Mis padres están separados, él vivía conmigo en España pero decidió volver a Perú en 2019, iba a regresar en 2020. Yo, vivía ya con mi actual pareja y a 10 minutos tenía a mi madre, cuando empezó 2020 parecía que iba a ser un buen año, yo me iba a casar, mi padre iba a volver, teníamos un buen puesto de trabajo y parecía que todo era maravilloso, todo cambió en febrero, a finales, mi madre iba todos los fines de semana a Madrid porque asistía a una iglesia evangélica, todo ocurrió tan de repente, los días que yo descansaba iba a visitarla y así ocurrió, un jueves, cuando fui a verla tenía un resfriado bastante curioso, bromeamos en que podría ser "el virus" pero ¿cómo pensarlo? Si se supone que aún estaba en Italia.
Pero si, a los días mi madre se fue encontrando peor y tuvimos que llamar a urgencias, nuestro temor fue a más cuando nos enteramos que la mayoría de personas que acudían a aquella iglesia, se habían infectado. Mi madre fue el primer caso registrado en Toledo, felizmente ella pudo recuperarse pero psicológicamente... a día de hoy, no se ha recuperado, tiene temores, tiene más inseguridades, tiene miedo a tener contacto físico y siempre necesita del gel y de agua porque siente que cualquier contacto con alguna cosa la va a afectar.
Físicamente, con lo activa que era, ha pasado a desestabilizarse, se cansa cuando camina muy poco y la diabetes que padecía se eleva aún más, por lo que requiere más cuidados, el CORONAVIRUS pasa, felizmente algunos puedes recuperarse, es decir, no morir, pero deja huella y siento que es algo que por más que pasa el tiempo, no terminas de superarlo, espero en realidad que ella se pueda recuperar al 100% pero eso creo que es bastante difícil.
En cuanto a lo personal, mi pareja y yo fuimos perdiendo el trabajo, a él no le renovaron, a mi me mandaron a un ERTE pero luego hicieron lo mismo conmigo, nuestra estabilidad emocional también fue perdiendo color y el mundo se nos iba viniendo abajo. En el mes de Julio, era mi padre, de una semana a otra se le fue yendo la vida, yo estando aquí y él allí, fue bastante frustrante. Falleció. De hablar todos los días con él un día de repente ya no estaba más, psicológicamente me afectó demasiado, más de lo que yo pudiera soportar, él iba a venir conmigo otra vez y este virus nos lo arrebató, yo volví a empezar a trabajar pero mi depresión iba cada vez cuesta abajo y sinceramente tenía pocas ganas de vivir, nada llamaba mi atención, nada me alentaba a seguir adelante, pero tenía que sobrevivir de alguna manera, aún estaba mi madre y por ella me permitía un día más.
Los meses fueron pasando y mi pareja se iba sintiendo mejor, empezamos a hacer pequeños proyectos como hacer streamings sobre videojuegos, así nos animábamos un poco, mi madre ya hacía tartas pero de un momento a otro empezaron a hacerle más encargos, y empezó a mejorar anímicamente mas, cada día, empezó también a hacer cosas que no había hecho antes, decoración y manualidades, por lo que siento que de alguna forma ella misma se ha ido salvando, gracias al arte que siempre tenía entre sus manos y que nunca lo había sacado antes, ahora estamos en un proyecto de hacer un sin mil de cosas hechas a mano, yo la ayudo con la publicidad y el diseño de sus páginas y ella es básicamente todo lo demás.
A veces no entendemos nada de los que nos ocurre, con todo esto no quiere decir que mi vida ahora sea la mejor, es simplemente que nos hemos refugiado en un lugar nuevo e intentamos sobrevivir a cada día que esta vida incierta nos da. Gracias por leer y ánimo a los que aún están luchando."
KAREN S. VICENTE MONTOYA