Recuerdo persistente, Ana Torres Frutos
"Cada vez que pienso en aquellos días, me dan escalofríos. Llegó casi sin querer y persistió durante semanas. Se llevó a dos familiares al hospital ingresados por urgencias, donde pasaron semanas soportando el virus. Por suerte, llegaron a casa habiéndolo superado, pero las secuelas los persiguen, nos persiguen. Notas cansancio, cómo duelen los músculos y la cabeza, cómo no puedes pensar con claridad, cómo te pesa el cuerpo... Entre otros síntomas.
En mi familia, tuvimos la mala suerte de estar todos así (a excepción de mi padre que, no sabemos cómo ni por qué, pero se libró aún conviviendo con nosotros). Fueron las peores semanas de mi vida, pensaba que nunca acabarían. Vi a mi madre llorar todos y cada uno de los días, casi sin poder moverse de la cama, casi sin fuerzas, con dolores que persistían y que aún la acompañan hoy día (aunque no con aquella intensidad) tras cada llamada diciendo que seguíamos siendo positivos, tras cada llamada al hospital preguntando por dos familiares; a mi hermana porque estaba perdiendo el curso, porque se estaba quedando atrás y no tenía casi fuerzas ni ánimos para hacer nada; a mi abuelo, solo en su casa (ya que mi abuela estaba hospitalizada), que aunque él fue fuerte y lo pasó como un constipado, vivía angustiado con la situación y no le veía fin. Tanto mi madre como mi padre, debido a la situación, no pudieron volver al trabajo durante muchos días, con lo que perdieron semanas de sueldo, y eso nos afectó económicamente.
A mí me pesaba el cuerpo, estaba muy cansada, me estallaba la cabeza, me mareaba, no dormía por las noches, no tenía fuerzas... Y además se juntó todo ello a la situación general que vivíamos. Se me iban los ánimos. Quería dejar el curso, quería solo ayudar a mi familia, pero no sabía cómo. Sin embargo, saqué fuerzas e intentaba cada mañana y algunas tardes mirar cada asignatura y llevar una continuidad para no perderme nada. Gracias a mis compañeros, pude sobrellevarlo un poco hasta el día en que, por fin, se acabó toda la pesadilla. Bueno, más que acabarse, quedó atrás. A día de hoy a varias personas de mi familia (sobre todo a convivientes) nos persiguen secuelas, como el dolor muscular o el cansancio, entre otros (a mi abuela actualmente la tienen que asistir, pues ha también fuerza y le ha afectado en la memoria). A mí personalmente, me ha afectado a la memoria y a los ánimos. A veces siento que no puedo pensar con claridad, ni siquiera retener información; me fatigo mucho, incluso intentando salir a andar con un amigo por las calles de Cáceres y así habituarme otra vez a la actividad física, casi no podía con mi cuerpo a veces); he dejado atrás cosas que solía hacer y ya no tengo ánimos ni motivación para otras muchas.
En resumen, esto ha sido una pesadilla para todos y cada uno de nosotros, una pesadilla de la que, por suerte, hemos salido, aunque tendremos que vivir con dichas secuelas y con esos recuerdos que siempre vivirán dentro de nosotros."
ANA TORRES FRUTOS
